¡Mar maldito!
Desprende de mí tu sal,
Tu canto, trae a mí la rabia de tus olas.
No advirtió, más, sin dudar;
Su alma se confundió con
la mía,
Se convirtió en mi salvación,
En lo bueno que la vida me presumía.
También en pena, en desdicha…
En mi perdición, así andaba,
Con el alma entretenida
Por las píldoras para el dolor.
Con los ojos fijos en el mar
Se observó su alma,
Consumida por truenos de pólvora,
Y por el pánico de ver su adiós en el horizonte.
Renacía con nuevas armas
Nuevos mounstros
Y de nuevo se perdía en el mar,
Fundiéndose con él, siendo sirena.
Siendo el cielo que él recorría,
Las estrellas que él miraba,
El amor que él deseaba,
En otro tiempo, en otro lugar,
En otra piel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario