lunes, 10 de agosto de 2015

Oh... ¡Dios!

Dios, hoy como muchos otros días quiero platicar contigo.

¿Te acuerdas cuántas veces te supliqué que me dejaras conocer el sol cerca de mí?
¿Recuerdas cuantas veces miré la luna preguntándome en que sitio, a que hora, estaría mi amor incondicional?¿Recuerdas como te rogaba por tantito amor?¿Recuerdas cuando caí en la gloria?
¿Recuerdas cuando caí al abismo?¿Recuerdas cuando intenté salir y lo logré? ¿Recuerdas como sufrí tratando de olvidar? y te rogaba y te suplicaba y aveces por la noche también lloraba...

¿Recuerdas?; Porque yo sí.

Me acuerdo de cómo todo llego, como si estuviera perfectamente planeado, tanto que creí  que no podía terminar.

¿Recuerdas como te decía que se me estaba yendo despacito? Tan despacito que cada día moría un poquito más. ¿Recuerdas como suplicaba que nuestro amor no enfermara? y ¿Recuerdas cómo termine enfermándome, yo?, siento tanto dios... Siento mucho el daño que cause.

¡Hoy no te voy a suplicar nada!

Hoy te agradezco infinitamente el dejarme sentir la gloria encarnada en el amor,
Hoy te agradezco haberme equivocado tantas veces,
Hoy te agradezco por respirar,
Hoy te agradezco tantos sueños,
Hoy agradezco todo lo que me falta por hacer,
Hoy agradezco cada beso del sol, de mi sol de piel morena...

No hay prueba, aquí en la tierra, que documente  tu gracia; pero en mi corazón sé que no hay mal que dure cien años y sé que sin importar el resultado actual o lo que hubiera deseado, bajo tu gracia y por tu amor, una vida llena de amor y de bendiciones nos aguardan a ambos.

Hoy quiero fluir con mi mente, con mi alma y con mi corazón,
Hoy quiero recordar que el amor siempre vale la pena,
pena como ésta, mía.

Hoy, ¡OH, DIOS MÍO!
Ya no...


Hoy no basta mi sangre, no basta...






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