Cuentan que el jóven huidobro visitó
a un chamán aymara,
en esas alturas andinas mostró su
inquietud, misterio, duda
sobre la poesía; el viejo sabio
le dijo con el frío que cortaba
los sueños —"poeta no
hables de la lluvia, haz llover"
no supe si el mago chileno hizo caer agua,
sólo sé que dijo hay que
hacer florecer
la rosa en el poema, alquimia o magia,
ahora ignoro si en la poesía algo
nace como flor o planta o
árbol como las venas de mi sangre,
porque la savia del
mundo se muere, se mueren los poetas, así
dicho, si el latido
es una rosa marchita, emblema de los reinos,
del amor o desamor,
rosa cósmica, ahora el poema es
agreste como el cemento, la
urbe, en que las estrellas son un recuerdo
o una fotografía apenas,
no sé qué es o será
la poesía sino ésta herida abierta, este sol sin
palacio de bosque, porque ahora el único
árbol vivo es el hombre,
quizá florecerá en su palabra,
en el sueño de su palabra, la poesía,
él mismo, el poema, la escritura
de su sangre, la música del verbo
"Los escritores somos seres heridos, por eso creamos otra realidad. Paul Auster."
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