sábado, 4 de octubre de 2014

Umbrales

Amado mío, tu sangre me ha envenenado
como un elixir de polvo cósmico,
como la risa de un niño en medio de un paisaje bélico;
me ha corrompido la angustia y el llanto.

Entre tu sueño y el mío,
entre el fuego que arde, así de fuerte,
así de intenso, así de inperpetuable
entre tu piel y mi piel...

Entre todo eso que quizá pudiese nunca,
jamás contarse: dirijo mis suspiros al viento,
y proclamo desde las hendiduras del tiempo 
el hecho, el único hecho que me procura existencia,
que con desespero, entre adagios y umbrales
mi alma canta...

Te amo.

sábado, 22 de febrero de 2014

El mar sigue adelante de José Emilio Pacheco.

Entre tanto guijarro de la orilla 
no sabe el mar 
en dónde deshacerse

¿Cuándo terminará su infernidad
que lo ciñe
a la tierra enemiga
como instrumento de tortura
y no lo deja agonizar
no le otorga un minuto de reposo?

Tigre entre la olarasca
de su absoluta impermanencia
Las vueltas
jamás serán iguales
La prisión
es siempre idéntica a sí misma

Y cada ola quisiera ser la última
quedarse congelada
en la boca de sal y arena
que mudamente
le está diciendo siempre:
Adelante



Amar, y vivir... con la vista alta y hacia el frente, nunca mires bajo, nunca dejes de intentarlo, cada caída es una apuesta, una manera de retomar tu anhelo, y la oportunidad de encontrar lo que sabes que necesitas sin suspender tu vuelo.

lunes, 10 de febrero de 2014

Terrea, infinita soledad...

Soy la tristeza y lo entristecido, 
la poeta y la poesía, 
la que lee y la leída, la que olvida y la olvidada, 
la escritora y la escrita... la que llora siendo lágrima.

La que abrazada por el olvido conoció el amor,
la ola perdida, la que ama a aquel cuya alma llevo profunda en la herida.

La que versa y besa; ha besado a escondidas,
la que tuvo ganas de marcharse de la tierra cuando supo que era el mar,
soy la que ama con locura al viento y con odio siente sal.

Yo... 


                               -y mi voz gitana-


Yo, soy una lluvia marchita, la flor deshojada en suspiros,
la palabra olvidada y que nunca se dijo,
soy silencio y haciendo eco de mí, me convierto en vendaval.

Soy la que ha dejado de ser lira, de ser musa, de ser la poesía que el olvido 
un día prometió amar.


jueves, 6 de febrero de 2014

La paz por Casimiro de Brito.

Si yo te pidiera la paz, ¿qué me darías
pequeño insecto de la memoria de quien soy
nido y alimento? Si yo te pidiera la paz,
la piedra del silencio cubriéndome de polvo,
la voz limpia de los frutos, ¿qué me darías
respiración pausada de otro cuerpo
debajo de mi cuerpo?
 
Perdona que esté tan solo, y hablarte aún
de mi exilio. Perdona si no te pido
la paz. Sólo pregunto: ¿qué me darías
a cambio si te la pidiese? ¿El sol? ¿La sabiduría?
¿Un caballo de ojos verdes? ¿Un campo de batalla
para grabar en él tu nombre junto al mío?
¿O sólo un cuchillo de fuego, intranquilo,
en el centro del corazón?
 
Nada te pido, nada. Visito, simplemente,
tu cuerpo de ceniza. Hablo de mí,
te entrego mi destino. Y la muerte vivo
sólo preguntándote: ¿qué me darías
si te pidiera la paz
y supieras cómo la quiero construida
con las materias vivas de la libertad?
 

Magias por Pedro Salvador Ale

Cuentan que el jóven huidobro visitó a un chamán aymara,
en esas alturas andinas mostró su inquietud, misterio, duda
sobre la poesía; el viejo sabio le dijo con el frío que cortaba
los sueños —"poeta no hables de la lluvia, haz llover"

no supe si el mago chileno hizo caer agua, sólo sé que dijo hay que
hacer florecer la rosa en el poema, alquimia o magia,
ahora ignoro si en la poesía algo nace como flor o planta o
árbol como las venas de mi sangre, porque la savia del

mundo se muere, se mueren los poetas, así dicho, si el latido
es una rosa marchita, emblema de los reinos, del amor o desamor,
rosa cósmica, ahora el poema es agreste como el cemento, la
urbe, en que las estrellas son un recuerdo o una fotografía apenas,

no sé qué es o será la poesía sino ésta herida abierta, este sol sin
palacio de bosque, porque ahora el único árbol vivo es el hombre,
quizá florecerá en su palabra, en el sueño de su palabra, la poesía,
él mismo, el poema, la escritura de su sangre, la música del verbo


"Los escritores somos seres heridos, por eso creamos otra realidad. Paul Auster."